4 may 2010



Sobre El jardín de la inocencia. Doble página de Pablo Rabasco, con fotografías de Francisco González. Diario Córdoba, Domingo 2 de mayo 2010


EL JARDÍN DE LA INOCENCIA
PALACIO DE ORIVE (PLAZA DE ORIVE, 2)
16 DE ABRIL AL 15 DE SEPTIEMBRE
LUNES A DOMINGOS DE 8 A 24 H

TREPANDO LAS PAREDES
PABLO RABASCO

Los proyectos de espacio público y arte tradicionalmente han existido desde la necesidad de trasladar a la cotidianidad de la ciudad los símbolos del poder. Desde la antigüedad clásica, las estatuas salían a la calle recordándonos el poder de los emperadores o la gloria de los dioses. Así, la iglesia católica salió igualmente de los templos para coexistir en el entramado urbano, especialmente desde el siglo XVII, cuando la exaltación de santos y vírgenes salió de los templos y llenó los rincones de nuestras calles mediante altares, vía crucis, capillas abiertas o procesiones. Así, con la llegada de la ilustración, serán la clase política, científica y artística la que en altas peanas se situaría en los centros de nuestras plazas. El poder, siempre el poder relacionado con el arte público. Pero claro, acometer un proyecto de arte público, en la calle y para la gente, conlleva un grado de humildad por parte del artista que comienza por vaciar el espacio de poder, de otorgar un hueco para respirar la ciudad, sin estridencias, sin altares.


Por eso, cada tarde, cuando llevaba a mi hijo Marcos al parque de Orive, ese rincón mágico, vacío de ciudad, enclavado en el corazón de calles sobre calles, de culturas sobrepuestas, me gustaba encontrarme con Miguel Gómez Losada, azotado por el viento, la lluvia y el sol, por las sensaciones que día tras día nos cubren. Miguel se dejaba llevar por extrañas flores rojas, por juncos alocados y por árboles que, nacidos ayer, se convertían en ancestrales al caer el día. Las ramas subiendo al cielo, la hierva húmeda a cada momento y una serpiente antigua trepando al cielo, como trepa Marcos cada día en el parque, siempre como la primera vez. Las paredes negras brillan estos días con el proyecto en el que han participado no sólo Gómez Losada, sino también Patricio Cabrera, Felipe Ortega-Regalado y Maria José Gallardo. Acotando ventanas y rompiendo el muro se atreven con nuevos emblemas, con puntos de fuga que tras de una fuente se pierden. Los versos, de Chivite, Azaustre, Alejandra Vanessa, Bernier o Elena Medel, se enredan con la pared, con la tarde y con los juegos.